Ya estamos a noviembre, y esto aún no arranca para el Bayern. El gigante bávaro tiene el motor empastado y un equipo bien plantado como el Schalke 04, que no se ha gastado ni la cuarta parte en fichajes que ellos, le ha perdonado la vida en el Allianz Arena. Allí, ya nadie llega con miedo. El temor lo tiene siempre el dueño de casa.

Miedo a fallar el pase, miedo a ir hacia adelante. Miedo, probablemente, a desatender la rigidez táctica de una libreta de Louis Van Gaal que, de momento, ha servido más bien de poco. El Real Madrid Neo-Galáctico también se ha hecho prácticamente a nuevo, y quizá tampoco convenza demasiado. Pero al menos está el segundo en la Liga BBVA. El Bayern, en Alemania, ni eso.

Tras haber igualado 0-0 en Stuttgart con Arjen Robben en la banca, la afición bávara esperaba verle de entrada ante el Schalke. Pero no. Van Gaal apostó una vez más por Miroslav Klose, que no ha visto puerta desde que comenzó la campaña. Sí estuvo Luca Toni, utilizado en cuatro de los últimos cinco encuentros.

El Schalke, por su parte, sorprendió en varios aspectos, incluso desde los nombres. El peruano Zambrano se quedó en la banca, porque Félix Magath apostó por el polifuncional Westermann y el siempre listo Höwedes para acompañar al roble Bordón en la zaga. Rafinha fue lateral-interior, y la cara nueva fue el debutante Joel Matip en la medular. Este chaval acabaría siendo la gran figura del encuentro.

Comenzó con todo el Schalke, adelantando sus líneas y soltando por banda izquierda a Vicente Sánchez para mantener bien ocupado a Lahm. El Bayern trató de detener con faltas a su rival, y contó con la permisividad del árbitro Meyer, que perdonó la vida a Schweinsteiger y tampoco castigaría más tarde a Robben en una jugada que era para roja directa.

Pero tras haber acariciado el 0-1, con una gran maniobra de Kuranyi y unas manos salvadoras de Butt evitando el gol (m.4), el Schalke comenzó a echarse hacia atrás. No por méritos del Bayern, que era incapaz de dar tres pases seguidos de tres cuartos hacia adelante. La visita quizo aguantar para ver si los dueños de casa salían un poco.

Y no salieron nada. El doble pivote entre Tymoschuk y Van Bommel marcará mucho, pero si ninguno de ellos se acerca al área, nadie juega en el Bayern. Toni y Klose fueron dos islotes tapados por el agua. Y Schweinsteiger y Müller, dos falsos-interiores que no podían desbordar nunca.

Tras pasar el fatídico minuto 25 -antes de eso, el Bayern NUNCA ANOTA-, los hinchas comenzaron a encomendarse al Santo Balón Detenido, al que suscribe Van Gaal para limpiar sus pecados. Y así, por esa vía, fue que llegó el 1-0, con una falta sacada por Badstuber que Kuranyi rechazó mal hacia su propia portería. Allí estaba Daniel Van Buyten para apuntarse su tercer tanto del torneo (m.31).

Nada había hecho el Bayern para merecer la ventaja, y tampoco es que le durase demasiado. El castigo divino llegó a los 42, al filo del descanso, también en jugada de estrategia.

Sacó Schmitz, peinó el debutante Joel Matip y Butt se quedó tieso viendo cómo subía el empate al marcador. Premio, en cualquier caso, para el fenomenal trabajo que estaba haciendo el autor del gol, que se tragó literalmemnte el campo en sus primeros minutos de Bundesliga. Jugó con más ganas y aplicación que todo el Bayern junto.

¡Sálvame, Robben!

Le sacó Van Gaal, no había más remedio. Y en sólo dos minutos, Robben emocionó más a los hinchas del Allianz que todos sus compañeros. Primero, porque dejó los tacos ante Schmitz y el árbitro le perdonó la roja (es lo que tiene jugar en el Bayern). Y luego sí, por cuestiones más agradables, limpiando rivales y marcando el camino de lo que podía ser la victoria.

Pero nadie entendió a Robben. Klose no se asoció al holandés (Van Gaal le quitó al poco tiempo para meter a Gomez), Toni ya no estaba (le reemplazó el propio holandés) y Altintop y Schweinsteiger hace mucho que no pisan el área contraria. Se pierden en la medianía de los partidos.

El Schalke, a su vez, estaba más que conforme con el empate, y el Bayern tampoco le metía en demasiados aprietos, salvo con Robben. Total, que fueron pasando los minutos y hubo sólo dos ocasiones claras (un remate desviado de Tymoschuk y una parada de Butt sobre Schmitz). El empate era lo más justo para este partido.

Y así fue. Con este 1-1, el Schalke sigue invicto fuera de casa (cuatro victorias y dos empates), y el Bayern mantiene al menos una mini-racha de cinco jornadas sin derrotas, pero sigue fuera hasta de la Europa League. En puestos de Intertoto, concretamente, avergonzando semana tras semana a sus hinchas.

Goal.com